Suave presagio


Suave presagio


Cuando la miro a los ojos, percibo suavemente sus pensamientos. Siento que las respuestas sin preguntas brotan como un manantial amargo de mi corazón. Quebrantada mi alma puedo saber con exactitud lo que ella siente.

Quien es ella, ella son todas. Es la mujer fuerte y arrogante que insiste en ocultar el temor, el fracaso, la humillación que está viviendo, difícil entender que los caprichos de la vida la envuelvan y orillen a pasar por experiencias lacerantes y desoladoras; cuando la realidad de la vida arremete con toda su fuerza, destruyendo las esperanzas, creencias, alegrías y vida interior. Se tambalea el mundo y quiere sumergirse en el remolino del huracán que lo destruye todo. Ese huracán silencioso que solo se siente dentro y que impide el accionar de la mente y las resoluciones.

Es la mujer de aquel hombre que la deja sola en los momentos más importantes y con su simpleza él, desperdicia el tiempo y la juventud que ella quiere retener. Es aquella incomprendida que llena sus vacíos de amor con tonterías, para no mirar la existencia en la que se ve impelida a seguir.

La que tiene que luchar en sus amaneceres para seguir el ritmo que le marca la vida, porque en su ocaso aquel mal hombre encontró una joven que le robó el corazón y le ayuda a recuperar una parte de su juventud, bebiéndose la de ella trago a trago y día a día.

Aquella que, encerrada en un amplio espacio, llena de fantasiosos lujos, por los que cambia la hermosura de su libre individualidad. Impedida de dar pasos libres y determinados hacia su propia búsqueda de intereses en la vida, imposibilitada e impotente de usar sus horas lejos de su tirano guardador; se le pasa el tiempo sin darse cuenta.

Ese suave presagio que presiento en la mujer sin emancipación. Esa falta de coraje que se apagó en un instante de deseo y liberalidad.

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Las mujeres debemos ser solidarias entre nosotras, la misericordia y comprensión deben acompañarnos siempre. Que triste encontrar que podemos calmar nuestras tristezas, desalientos y problemas en todo menos en el reconfortante hombro de otra mujer que nos comprenda y nos ame (entre comillas, sano amor) solo por el hecho de ser mujer.